La patrona es una obra de 1847,
para algunos la tercera gran novela de Dostoievski, es de poco reconocimiento a
decir verdad, no por ello es menos interesante, incluso podemos referenciarla
como una excelente composición que desarrolla estados anímicos de la soledad,
la incertidumbre y los devenires cotidianos de la vida.
La patrona es una obra que deja
escudriñar las nociones emocionales que causa la soledad, los espacios
sentimentales que deseamos o necesitamos llenar; con Ordinov (personaje
principal de la obra) podemos evidenciar las ilusiones mentales que se pueden
crear a partir de una mirada o sencillamente de la admiración del otro.
Ordinov debe dejar su residencia
ya que la vieja patrona donde vive saldrá de la ciudad, por ende, camina en
busca de una nueva morada; el personaje es solitario, inteligente, disciplinado
en el aprendizaje científico, es más podemos evidenciar en ello, el sarcasmo
del estado en el que se desenvuelve el intelectual de aquella época, pues se
alude a un hombre sin amor, sin compromiso social, y extremadamente
ensimismado.
Nuestro personaje principal, se
percata de su estado e intenta encasillarse en un mundo al que nunca ha pertenecido,
como si la necesidad creara la conveniencia, en este caso, de socializar con
los demás petesburgueses, y camina desahuciado buscando un nuevo aposento y en
este proceso de adaptación, su sentir y su mirada se pierden en la hermosura de
una joven llamada Katerina.
Ella es una mujer de hermoso
aspecto pero de un comportamiento anómalo, sus días pasan entre el sueño y la
oración y como complemento a su personalidad está Murin, un viejo extrañísimo
que la conduce a su manera.
Es allí donde inicia el verdadero
conflicto emocional de Ordinov, su mente vaga entre la obsesiva ilusión del conocimiento
real de la bella joven, constantemente se pierde en el espejismo delirante del
amor de aquella mujer, y su mundo real pasa un plano seudo vital, pues todo su
empeño está en intentar el conocimiento de la joven y de su acompañante que al
parecer es su esposo, hasta que logra ocupar el cuarto contiguo donde vive
Katerina, se apropia de su amistad y entre ambos soportan sus vidas, que al
parecer son tormentosas en extremo, incluso se llegan a tratar como hermanos, y
se crea un amor extraño que linda entre lo familiar y lo pasional, un
sentimiento delirante que trastorna aún más a Ordinov.
La obra es un perfecto
acercamiento a la soledad tormentosa y en ocasiones invivible, inevitablemente
el aspecto psicológico que vive nuestro personaje es en consecuencia la
manifestación humana de nuestros sentimientos, a veces tan obsesivos e
intricados, a veces tan lúgubres y tan claros, a veces simplemente no son
reales, son utopías nacidas de la cotidianidad pero que sólo tiene validez en
nuestras mentes, por ello en la obra podríamos ubicar pasajes extrañísimos,
sólo nacidos de la alucinación de los personajes como si no correspondieran a
sus realidades, por otra parte es pertinente decir que la obra es una tragedia
humana que se mueve entre lo místico, lo sublime, lo pasional y la compleja
experiencia de la existencia.