Dostoievski nuevamente nos
sumerge en el cuerpo, situación y mente de uno de sus personajes.
Por parte del autor se hace
evidente una influencia de Balzac, en cuanto que, en el contenido del relato, se
marca fuertemente una sociedad pensante y movida por el dinero, es más, el
desquicio y estado alterado del señor Projarchin es evidentemente causado por
esta preocupación económica.
Este hermoso relato de
Dostoievski, se desenvuelve en una casona donde conviven varios arrendatarios,
entre ellos el señor Semión Ivánovich Projarchin, al cual la patrona le guarda
gran aprecio.
El señor Projarchin vive
escasamente con lo necesario, paga la comida para no dejarse morir de hambre y
vive en una de las habitaciones más pequeñas y desaliñadas de la casa. Su único
amigo es un borrachín, y su tesoro consta de un baúl que cuida como si allí tuviera
toda su fortuna, y todos saben que en aquel lugar no guarda más que harapos
sucios.
Cierto día le mencionan que en el
baúl tiene mucho dinero, Projarchin se inquieta a más no poder y parte de la
casa sin dejar recado de adónde irá.
En este momento Dostoievski
comienza a adentrarnos a un estado esquizofrénico, y extrañamente nuestro personaje
Semión Ivánovich Projarchin, se torna completamente enfermo. Cuando regresa a la
casona nadie sabe que le sucedió, no había bebido, al parecer era una apoplejía
lo que le acosaba, su karma se intensifica cuando al acostarlo en la cama
siente con sus pies el baúl, y al lado como si hubiera una persona acostada. (Los
demás de la casona quieren jugarle una broma e hicieron una muñeca de trapo para
ponerle sobre la cama el baúl y a un costado la muñeca, como si hubieran
esculcado, sólo que no esperaban que a su regreso llegara en ese estado).
“Le sobrevino una crisis de la enfermedad. Un raudal de lágrimas
brotó de sus ojos pardos, que centellaban febriles. Con sus manos huesudas y
enflaquecidas por la afección, se agarro su cabeza loca, se incorporó en la
cama y sollozando empezó a decir que él era un hombre completamente pobre, que
era desgraciado, una persona sencilla, que era estúpido y poco claro, que las
buenas gentes le perdonaran, le protegieran, le dieran de comer y de beber, y
no le dejaran a su merced en la desgracia”.
El señor Projarchin.
F. Dostoievski.
Desde este momento su estado se
complica, la enfermedad le hace dar grandes gritos y lo hace delirar, todos se
turnan para cuidarle. El señor Projarchin finalmente muere mientras su amigo borrachín
está a su cuidado.
“Todos los inquilinos se comprometieron a cuidar y
tranquilizar a Semión Ivánovich por turnos durante toda la noche, y en caso de
que pasara cualquier cosa, acordaron levantarse todos. Con esa finalidad, y
para no quedarse dormidos, se pusieron a jugar a las cartas, dejando a cargo
del enfermo al borrachillo, que se quedo al pie de la cama, y que llevaba todo
el día deambulando por los rincones y pidió pasar la noche allí. Como no jugaban
a dinero, enseguida se aburrieron, dejaron el juego y se pusieron a discutir, a
hacer ruido y dar golpes, para irse finalmente cada uno a su rincón”
El señor Projarchin.
F. Dostoievski.
Finalmente encuentran en el colchón
del señor Projarchin, grandes cantidades de dinero, monedas extranjeras,
algunas antiguas, dejando desconcertados a todos los demás habitantes de la
casa, pues consideraban a este hombre un ser completamente pobre.
En el relato nos encontramos con un hombre
avaro, de pocas relaciones sociales, los aprecios que despiertan son por piedad
o compasión, Projarchin nos sumerge en los límites de su locura, y aunque impera
mucho la economía en este texto, no desligamos nunca que la aparición de la extraña enfermedad mental en Semión Ivánovich
Projarchin es la firma de Dostoievski, adentrándonos a la compleja sique del
hombre cambiante y aun incomprensible.